¿Por qué lloras?
Un día me desperté muy deprisa. Como estaba tan triste, empecé a llorar en la cama. Mi hermana Lidia, que también estaba despierta, se acercó y me preguntó:
–¿Por qué lloras?
Al oír la pregunta, me puse a llorar más fuerte.
–¡Buaaaa!¡Buaaaaaa!
–¿Has tenido una pesadilla?
–¡No! ¡Buaaaa!
–Pero ¡estás llorando!
–¡Sí!¡Buaaaa!
–¿Y no has tenido una pesadilla?
–¡Noooo!¡Buaaaa!
–¿Te duele un diente?
–¡Noooo!¡Buaaaa!