Había una vez un pequeño tigre que vivía en los grandes bosques de Sosnovia. Todos los animales del bosque eran sus amigos porque el pequeño tigre era muy divertido: trepaba a los árboles, perseguía a las mariposas y nadaba por el río tan rápido como un pez. El pequeño tigre era muy feliz, pero había una cosa que lo inquietaba, quería saber que había más allá del bosque. Un día preguntó al resto de los animales: ¿hay montañas, o un río, o una ciudad? Todo eso, le contestaron los animales, pero sobre todo, lo que hay es gente. Por eso es mejor quedarse aquí, en el bosque. Vale más malo conocido...
Sin duda estamos ante un magnífico relato para niños porque Zimnik pone sus dotes literarias al servicio de una historia sugerente que embriagará por su naturalidad y aparente dramatismo y porque el personaje protagonista se hace desde la primera página merecedor de toda la simpatía del lector por su ingenuidad, su ficticia valentía, su afán de superación, su curiosidad atrevida y sus ansias de encontrar su lugar en el mundo. Por todo aquello, en suma, que caracteriza a la infancia y al complicado y apasionante proceso de crecimiento personal.
Había una vez un pequeño tigre que vivía en los grandes bosques de Sosnovia. Todos los animales del bosque eran sus amigos porque el pequeño tigre era muy divertido: trepaba a los árboles, perseguía a las mariposas y nadaba por el río tan rápido como un pez. El pequeño tigre era muy feliz, pero había una cosa que lo inquietaba, quería saber que había más allá del bosque. Un día preguntó al resto de los animales: ¿hay montañas, o un río, o una ciudad? Todo... Seguir leyendo
El pequeño tigre rugidor
Había una vez un pequeño tigre que vivía junto con muchos otros animales en los grandes bosques de Sosnovia. El pequeño tigre era muy listo y, como siempre estaba haciendo cosas divertidas, les caía bien a todos. Trepaba a los árboles, perseguía a las mariposas y nadaba por el río tan rápido como un pez.
Todos los días al atardecer, antes de la puesta del sol, se subía a una roca y rugía. Todos los animales se reían cuando lo hacía, pues no era mucho más grande que un gato, y su rugido era más bien flojito.