¡Ni lo sueñes!
¡Es injusto –grité furiosa–! ¡Es un timo! ¡Un atraco a mano armada! –añadí, apretando los puños. Los apreté hasta que me dolieron. Estábamos en la mesa y todos dejaron de comer. Mamá parecía sorprendida. Papá parecía nervioso. Joe disfrutaba: a mi hermano le encanta verme enfadada.
–Escucha, Ruby, cielo –dijo mamá, dejando los cubiertos junto al plato–. Ya te hemos explicado que...
–¡Pero NO es justo! –la interrumpí yo, chillando–. Ya sé lo que me vas a decir, ¡pero NO ES JUSTO! Dan tiene un perro.