Un ratoncito busca cobijo en una casa abandonada. Sin que se dé cuenta, a medida que avanza y explora las estancias del caserón, un gato lo persigue. Destacan las ilustraciones realistas, casi fotográficas muy ligadas al relato y con una buena secuenciación que ayuda a mantener la atención del lector. La paz y el letargo de la casa se rompen con el paso del ratón por las habitaciones. Éstas están iluminadas con la escasa luz que entra por las destartaladas ventanas que azota el viento. El hábil juego de luces y sombras sumerge al lector en un logrado ambiente de misterio.Un ratoncito busca cobijo en una casa abandonada. Sin que se dé cuenta, a medida que avanza y explora las estancias del caserón, un gato lo persigue. Destacan las ilustraciones realistas, casi fotográficas muy ligadas al relato y con una buena secuenciación que ayuda a mantener la atención del lector. La paz y el letargo de la casa se rompen con el paso del ratón por las habitaciones. Éstas están iluminadas con la escasa luz que entra por las destartaladas ventanas que azota el viento. El hábil juego de luces y sombras sumerge al lector en un logrado ambiente de misterio.
Ratoncito, ¡ten cuidado!
La verja que nadie abría, estaba oxidada y vieja. Cuando el viento gemía, chirriaba y suspiraba. Y por entre las grietas del muro cubierto de hiedra, un ratoncito asomaba. PROHIBIDO EL PASO Mientras, sigilosa como una puesta de sol, se acercaba una sombra. RATONCITO, ¡TEN CUIDADO, HAY UN GATO RONDANDO!