Lo que le pasa al mochuelo Plop le pasa a muchos niños. A Plop no le gusta nada la oscuridad, aunque él sea un ave nocturna. Preguntando a todo aquel que ve, irá aprendiendo muchas cosas, resolverá sus dudas y descubrirá que la noche puede ser emocionante, agradable, divertida, hermosa, fascinante, maravillosa y necesaria. El pequeño mochuelo Plop, con hábitos diurnos y problemas de aterrizaje, se convierte en un personaje entrañable que nos enseña a enfrentarnos a nuestros temores con humor y mucha curiosidad.
Lo que le pasa al mochuelo Plop le pasa a muchos niños. A Plop no le gusta nada la oscuridad, aunque él sea un ave nocturna. Preguntando a todo aquel que ve, irá aprendiendo muchas cosas, resolverá sus dudas y descubrirá que la noche puede ser emocionante, agradable, divertida, hermosa, fascinante, maravillosa y necesaria. El pequeño mochuelo Plop, con hábitos diurnos y problemas de aterrizaje, se convierte en un personaje entrañable que nos enseña a enfrentarnos a nuestros temores con humor y mucha curiosidad.
El mochuelo que tenía miedo de la oscuridad
Plop era un mochuelo, y vivía con su mamá y con su papá en la copa de un árbol enorme que había en medio de un prado.
Plop era gordo y blandito.
Tenía un rostro en forma de corazón.
Tenía unos enormes ojos redondos.
Tenía unas patas fuertes y seguras.
En realidad era exactamente igual que cualquier otro mochuelo de los muchísimos que han existido... excepto por una sola cosa: a Plop le daba un miedo terrible la oscuridad.
–¡No puedes tener miedo a la oscuridad! –le decía su madre–.