A la caza del ladrón veloz
Jaime sacó un pececillo metálico de colores de la cesta de pesca de su abuelo y lo sostuvo en el aire para que lo viera su amigo Tomás.
–¡Tiene plumas!
Un ramillete de plumas rosas y anaranjadas colgaba de donde debería estar la cola.
–Cada cebo es para coger un determinado pez –dijo el abuelo de Jaime con una sonrisa, cogiendo el pez de metal–. Este anzuelo es genial para capturar lubinas. Veamos. ¿Qué más voy a necesitar hoy? –y colocó unos cuantos plomos, anzuelos y tanzas de pesca en el suelo.