Una nueva entrega de las disparatadas aventuras de esta distraída bruja. Brunilda utiliza sus poderes mágicos para intentar facilitarse la vida, ya que es un poco holgazana. Pero todo lo que emprende sale mal. Y, aunque el resultado no sea el esperado, siempre sabe sacar partido a la situación y, sobre todo, pasar un buen rato. Junto a su inseparable Bruno, un gato negro –cómo no–, no para de meterse en líos y hace de la lectura un momento divertido.Una nueva entrega de las disparatadas aventuras de esta distraída bruja. Brunilda utiliza sus poderes mágicos para intentar facilitarse la vida, ya que es un poco holgazana. Pero todo lo que emprende sale mal. Y, aunque el resultado no sea el esperado, siempre sabe sacar partido a la situación y, sobre todo, pasar un buen rato. Junto a su inseparable Bruno, un gato negro –cómo no–, no para de meterse en líos y hace de la lectura un momento divertido.
Brunilda regula el tráfico
¡Crash! Brunilda abrió la puerta de un empujón y tiró la compra al suelo. –Bruno, ¿dónde estás? ¡Brunooooo! Bruno estaba tumbado detrás de la máquina de hacer fideos-gusanos, en el suelo, justo en un trocito donde daba el sol. Abrió un ojo y lo cerró de inmediato. –¡Bruuuuunoooo! –gritó Brunilda. Bruno bostezó con ganas. Se estiró con ahínco. Y finalmente suspiró.