El tema de los miedos infantiles ha sido tan explorado en la literatura infantil que parece imposible abrir una nueva vía de acercamiento. Sin embargo, Juan Kruz Igerabide aprovecha una simple y cotidiana nevera para crear un nuevo registro en el que corren paralelas la vida real del pequeño lector y uno de los más temibles personajes literarios: el lobo. El relato es un guiño cómplice que viene a decir: «Ya sé que te has dado cuenta de que no es posible lo que te cuento. ¿Pero a que alguna vez te ha pasado algo parecido?»El tema de los miedos infantiles ha sido tan explorado en la literatura infantil que parece imposible abrir una nueva vía de acercamiento. Sin embargo, Juan Kruz Igerabide aprovecha una simple y cotidiana nevera para crear un nuevo registro en el que corren paralelas la vida real del pequeño lector y uno de los más temibles personajes literarios: el lobo. El relato es un guiño cómplice que viene a decir: «Ya sé que te has dado cuenta de que no es posible lo que te cuento. ¿Pero a que alguna vez te ha pasado algo parecido?»
Jonás y el frigorífico miedoso
Jonás es un niño de tres años. Un día, mamá le deja solo en casa. Solito en la cocina. -Vengo en seguida -le dice-. Voy a comprar aceite y vuelvo de un salto. Jonás se rasca la cabeza, y piensa: -¿Mamá volverá de un salto? ¿Un salto de la tienda hasta aquí? ¿Un salto tan grande?