Con el pulso narrativo y el encanto de los viejos cuentos discurre esta historia de aprendizaje en la que se transgrede el modelo, ya que la brujita –entrañable personaje con el entusiasmo y la gracia que solo la infancia regala– atendiendo la voz moral encarnada en su cuervo Ajetreo, escoge usar sus poderes para hacer el bien. Encaja armoniosamente el argumento en el marco de una naturaleza que se transforma al ritmo de las estaciones y alberga formas de vida rurales del pasado, un deleite añadido. Encuadrada en la colección "Clásicos recuperados", Maeva Young devuelve a la actualidad -con justicia- una obra que ha seducido a varias generaciones de pequeños lectores. El inolvidable autor de literatura infantil y juvenil, recordado tambien por novelas como Krabat y el molino del diablo (llevada al cine hace unos años); o El bandido Saltodemata, está considerado uno de los grandes nombres de la LIJ y fue reconocido con la Mención Honorífica Hans Christian Andersen a toda su carrera en 1972.
Con el pulso narrativo y el encanto de los viejos cuentos discurre esta historia de aprendizaje en la que se transgrede el modelo, ya que la brujita –entrañable personaje con el entusiasmo y la gracia que solo la infancia regala– atendiendo la voz moral encarnada en su cuervo Ajetreo, escoge usar sus poderes para hacer el bien. Encaja armoniosamente el argumento en el marco de una naturaleza que se transforma al ritmo de las estaciones y alberga formas de vida rurales del pasado, un deleite añadido. Encuadrada en la... Seguir leyendo
La pequeña bruja
Érase una vez una pequeña bruja que tenía sólo ciento veintisiete años, lo que, realmente, no es mucho para una bruja.
Vivía en una solitaria casa de bruja, en lo más profundo del bosque, la cual, al pertenecer a una bruja pequeña, no era precisamente grande. Pero a la pequeña bruja le bastaba, pues no podía haber deseado una casa de bruja más bonita. Tenía un maravilloso tejado inclinado, una chimenea retorcida y unas contraventanas desvencijadas.