Sadat apela a la imaginación desbordante del niño lector para crear una historia en la que únicamente necesita tres palabras para transformar el devenir de los protagonistas. Esa frase es la clave para desterrar los miedos, superar prejuicios y sumergirse en un emocionante relato en el que solo los pequeños curiosos ponen el límite. Una casa en el bosque, una anciana misteriosa, un animal "amenazante"… mimbres para el argumento de la primera propuesta de la ilustradora francesa, de origen iraní, (tal y como ella misma siempre relata fue no solo su primer libro sino también su primer ejercicio práctico en sus clases de ilustración); publicado cuando aún era estudiante y que ahora recupera Kókinos. Mandana ya ha cautivado a la audiencia española con otros proyectos en los que se identifica un particular estilo propio basado en la economía de medios en el plano gráfico, imágenes sencillas pero con profunda carga expresiva.
Sadat apela a la imaginación desbordante del niño lector para crear una historia en la que únicamente necesita tres palabras para transformar el devenir de los protagonistas. Esa frase es la clave para desterrar los miedos, superar prejuicios y sumergirse en un emocionante relato en el que solo los pequeños curiosos ponen el límite. Una casa en el bosque, una anciana misteriosa, un animal "amenazante"… mimbres para el argumento de la primera propuesta de la ilustradora francesa, de origen iraní, (tal... Seguir leyendo