Durante los primeros capítulos el lector cae rendido a la narrativa ágil, amena y precisa que la autora emplea para contar una serie de hechos más o menos fortuitos, ordenados cronológicamente, que desembocaron en importantes hallazgos, con el paso del tiempo convertidos en hitos en el campo de la arqueología y que han ayudado a reconstruir determinadas partes de la historia. Albee ofrece una visión desmitificadora y bastante crítica de muchos pasajes históricos, con especial hincapié en los desmanes que antiguos imperios (como el británico o el español), provocaron en diferentes poblaciones, sobre todo en el tramo final de la obra. Diecisiete momentos culminantes, que esconden curiosidades y coincidencias, con los que se homenajea y ayuda a visibilizar los nombres de varios hombres y mujeres sin cuyos azarosos descubrimientos no habríamos conocido aspectos muy concretos de la historia. La propuesta se complementa con una colección de ilustraciones del más que recomendable autor británico Nathan Hackett, cuyas creaciones gráficas irradian siempre gran personalidad aplicando concepciones artísticas especialmente sugerentes. Se trata de un artista muy conocido en el mundo anglosajón gracias a sus colaboraciones en prensa o como diseñador de juegos de mesa.
Durante los primeros capítulos el lector cae rendido a la narrativa ágil, amena y precisa que la autora emplea para contar una serie de hechos más o menos fortuitos, ordenados cronológicamente, que desembocaron en importantes hallazgos, con el paso del tiempo convertidos en hitos en el campo de la arqueología y que han ayudado a reconstruir determinadas partes de la historia. Albee ofrece una visión desmitificadora y bastante crítica de muchos pasajes históricos, con especial hincapié en los... Seguir leyendo
Arqueólogos por accidente
UNA PANDA DE AFICIONADOS
Por una feliz casualidad o de pura chiripa
Este libro habla de gente común que hizo descubrimientos por puro azar, hallazgos que supusieron grandes avances en nuestro conocimiento de la historia humana. Entre estas personas corrientes había obreros de la construcción, pastores, soldados, espeleístas, excursionistas y, en efecto, también había niños. La mayoría se dedicaba a sus quehaceres cotidianos —cavar una zanja, arreglar una valla, buscar una cabra que se había perdido— cuando se tropezaron con algún filón arqueológico. Sin embargo, hay algo que deberías saber antes de continuar: los descubrimientos arqueológicos no suelen suceder así. La arqueología es un campo de estudio pausado, meticuloso y esmerado. Los descubrimientos que vemos en las noticias se suelen producir después de muchos años