La máscara de Ksan
¡Grrr… rrg!
El terrible rugido provenía de Oso, acurrucado junto a la puerta. La luz de la chimenea resplandecía en su piel y se reflejaba vacilante en su máscara.
Gruñendo, Oso se dirigió hacia mí. Procuré parecer valiente cuando se me acercó, sin dejar de gruñir.