El amor según Eva
Hace mucho frío. Mi abuela Fredericka lleva puesto un extraño pijama gris sucio, de tela tosca, con una estrella amarilla bordada en el pecho. Me mira con cara de pena ¿o acaso es de súplica? Permanece inmóvil, a los pies de mi cama, como aguardando algo. Sus ojos parecen los de una estatua, fijos en medio de la nada.