¡Qué cornucopia!
¡Ya está la llorica de Teladita! ¡Ya está llorica de Teladita!
El que chillaba era el tonto del enano, señalándome con el dedo.
Me dio rabia que me pillara, porque llevaba toda la escena conteniendo una lagrimita en el borde del ojo, así que en lugar de ver cómo se moría la pequeña de
Mujercitas veía manchas borrosas. Pero daba igual porque esa película la ponen todos los años y ya me la sabía de memoria.
Aunque me la sé, siempre tengo que llorar en esa escena. O a lo mejor lloro precisamente porque me la sé y cuando se muere la hermana pequeña de las
Mujercitas es un poco si se muriese una hermana mía.