El medallón del Arconte
Al norte, los muros de la Ciudadela se elevaban a una altura vertiginosa. Coronando el peñasco, recordaban a una rapaz al acecho, desplegando sus torres y sus alas por encima del valle, proyectando su sombra grandiosa sobre las tranquilas aguas del río Gdavir. En otros tiempos los invasores llegados de Dunbraven y del reino de Norj fracasaban ante estas murallas: guerreros y monturas encontraban aquí su fin.