Sebastian Darke. Príncipe de los Piratas
El viejo carromato de madera había tardado varios días en cruzar la extensa llanura. Tirado por un solo bufalope, lo cierto es que avanzaba a un ritmo lento. El carromato crujió al hacer alto a escasa distancia del lindero del inmenso bosque.
Su propietario iba encaramado en el alto pescante de madera, empuñando las riendas y contemplando pensativo la masa de árboles. Era lo que la gente corriente hubiera denominado un mestizo, hijo de padre humano y madre elfa. Rondaría los veintitantos y su larguirucha figura iba ataviada con el colorido atuendo de un bufón, que le quedaba grande. Se cubría la cabeza con un llamativo gorro de tres picos.