Elías de Buxton
Era domingo después de la iglesia y había acabado todas mis tareas. Estaba sentado en el porche de casa intentando decidir qué hacer. Era ese momento del día en que los pájaros se preparan para callarse y las ranas croan más fuerte, con ese sonido gorjeante que hacen casi toda la noches. Me preguntaba si valdría la pena ir de pesca durante la hora que faltaba para el anochecer cuando la respuesta me la dio Cúter, que se acercaba por el camino y me saludaba con la mano.
–Buenas, Eli.
–Buenas, Cúter. Estaba pensando en sacar a Old Flapjack para pescar un rato. ¿Te vienes?
–Uh, uh. Tengo cosas más interesantes que verte pescar: tengo un misterio.