El árbol de los deseos
Estaba aún dormida, pero sentía que se alzaba del sueño exactamente como un globo: como si fuera un pez de colores en una pecera de sueño, alzándose más y más a través de las tibias aguas del adormecimiento hasta la superficie. Y entonces se despertaría.
Pero una vez despierta no abrió enseguida los ojos, sino que se quedó muy quieta y calentita en la cama, y era como si aún hubiera otro globito en su interior, cada vez más grande y que también se alzaba y se alzaba.