Fábulas, acertijos, charadas, oráculos, historias, chistes... componen este libro de poesías humorísticas, locas y absurdas, del mundo infantil de los monicacos. Monicacos hay de todos los colores y formas, "quizá, sin saberlo, eres también tú un monicaco".
Esta obra se aleja un poco de la línea surrealista del autor, pero su ingenio creador cultiva con maestría la poesía rítmica.
Fábulas, acertijos, charadas, oráculos, historias, chistes... componen este libro de poesías humorísticas, locas y absurdas, del mundo infantil de los monicacos. Monicacos hay de todos los colores y formas, "quizá, sin saberlo, eres también tú un monicaco".
Esta obra se aleja un poco de la línea surrealista del autor, pero su ingenio creador cultiva con maestría la poesía rítmica.
El libro de los monicacos
Para el niño calmoso o torbellino,
para el finolis, para el nada fino,
para el que cree en el estudio intenso,
para el que siempre teme algún suspenso,
para los monicacos ya grandones
que aún sueñan con muñecas o balones,
y para el que a la noche, con empeño,
cuenta ovejitas mientras llega el sueño,
y para el que, de vuelta del dentista,
quiere un libro, mejor que una revista,
y para la chiquilla o el chaval
que este tomo encontró por un casual,
para el que, derrumbado en un sillón,
no quiere saber nada de Platón,
para el que, presa del aburrimiento,
busca algún acertijo o algún cuento,
para esos supersónicos señores
super-pelmas, super-computadores,
y para el que, acosado por la prisa,
jamás nos deja ver una sonrisa.
Para el que lea el libro, digo yo,
Para él, precisamente, se escribió.