El juramento de Torak. Crónicas de la Prehistoria V
A veces no hay advertencia alguna. Nada en absoluto.
Tu bote de piel vuela como un cormorán sobre las olas, el remo ahuyenta a los capelantes, que escapan como exhalaciones plateadas entre las algas, y todo parece sencillamente como debe ser: el mar embravecido, el sol en los ojos, el viento frío a tu espalda. De pronto, una roca se alza en el agua, mayor que una ballena, y te lanzas directo hacia ellas, vas a estrellarte...
Torak se abalanzó hacia un lado y hundió con fuerza el remo. El bote dio un bandazo, estuvo a punto de volcar... y pasó a sólo un dedo de distancia de la roca.