La Pepa.,1808-1812 :Tiempos de Constitución
No era todavía un anciano, aunque el pelo blanco le añadía años. Tenía un perfil duro, con una nariz grande y una mirada que nadie, ni familiares ni criados, se atrevían a sostener. Ahora descansaba en su cama, sostenido por almohadones, después de que el médico, su médico al fin, no uno de aquellos cirujanos del ejército, le hubiera curado la herida de la pierna, torciendo el gesto en una expresión más elocuente que las palabras.
–No tiene buen aspecto, Don Gonzalo.
–Usted cúrela, eso es lo importante.