La vergüenza del mastín
Oswaldo Ferreira abandonó su despacho con evidente satisfacción. Los próximos siete días los pasaría con su mujer y sus dos hijos, que lo esperaban en casa con las maletas hechas. Se iban de excursión por los Andes: Cuenca, Azogues, Riobamba y, por fin, Quito. Oswaldo tenía la corazonada de que aquel sería el último viaje que haría con toda su familia. Por una parte, los chicos habían crecido...