El desafío de la leyenda
El coche de carreras de Eva tomó la curva con demasiada velocidad y se salió de la pista. La chica dio un volantazo para no estamparse contra una valla publicitaria. El bólido derrapaba, cuando la pantalla de la videoconsola soltó un fogonazo y se apagó de golpe. También la lámpara del techo de la habitación.
–¡NO! –exclamó disgustada Eva. Pero sí. Su récord personal tendría que ser batido en otra partida y, además, se había quedado a oscuras. La luz se había ido en toda la casa. La culpa era de la tormenta.