Una historia narrada en primera persona por la protagonista, una niña de 8 años que conversa sobre asuntos existenciales con un gato blanco, muy antipático y duro con aquellos que a Cristina le dan lástima. La relación con el animal no le causa más que problemas, de modo que pasado un tiempo decide espantarlo y no volver a dialogar con él. Obra breve que, tras su apariencia sencilla, permite diferentes niveles de lectura y ofrece un relato desconcertante, con múltiples interpretaciones, que invita a la reflexión.
Una historia narrada en primera persona por la protagonista, una niña de 8 años que conversa sobre asuntos existenciales con un gato blanco, muy antipático y duro con aquellos que a Cristina le dan lástima. La relación con el animal no le causa más que problemas, de modo que pasado un tiempo decide espantarlo y no volver a dialogar con él. Obra breve que, tras su apariencia sencilla, permite diferentes niveles de lectura y ofrece un relato desconcertante, con múltiples interpretaciones, que invita a la reflexión.
El gato (o como perdí la eternidad)
En nuestra calle vivía un viejo gato blanco. Vivía en la mancha de sol que se deslizaba sobre la tapia de nuestro jardín. Justo al lado de la puerta de la cancela, por la que salía para ir a la escuela. Ya no recuerdo cuántas veces me paré al pasar a su lado para acariciar su cabeza y notar una vez más el tacto de su pelaje. Lo único que sé es que después la mano siempre me olía a pescado.