La pequeña tristeza
Cuando Archibaldo despierta, mueve los deditos de los pies y estira sus brazos hacia el Sol... Pero esta mañana no logró encontrarlo, porque una pequeña nube lo seguía a todas partes. Una nube. Una pequeña tristeza sobre su cabeza. Archibaldo hizo toda clase de piruetas. Cabeza arriba, cabeza abajo, a babor, a estribor, de izquierda a derecha. Se enojó, gruñó, resopló, pero la pequeña nube estaba decidida a quedarse. Corrió y corrió... Hasta que no pudo más. Y dijo «Mamá». Entonces, para consolarse, comió, y comió y comió.