El niño perro
La primera noche fue la peor. Romochka permanecía sentado en la cama mientras el frío iba invadiendo con sigilo el piso. Tenía toda su atención centrada en la puerta del apartamento. El edificio emitía un extraño zumbido. Estaba lleno de maldiciones y gritos, como si todos los inquilinos estuvieran despiertos, borrachos y furiosos. La gente arrastraba cosas por los pasillos, escaleras abajo, hasta que sus voces se perdían y los topetazos y las ruedas rechinantes se alejaban.