Un camaleón en la escuela de los gatos
Una mañana de otoño, mientras Vito Camaleón se tomaba el desayuno, su mamá le dijo que le había apuntado a la escuela de los gatos. El camaleón se quedó quieto. Muy quieto.
–¿Y por qué me has apuntado? –preguntó–. Si yo no soy un gato.
Mamá Camaleona le dijo que ya lo sabía. Pero que un camaleón podía cambiar de aspecto y de color. Y podía ser cualquier cosa que quisiera.
–¿Y por qué un gato? –preguntó Vito.
Su madre le contó que los gatos eran guapos y elegantes...