El Huésped y el Caminante
La noche del último viernes de abril de 2005, Claudio dejó la moto en un parking del Puente de Vallecas, y luego empezó a caminar ligero, por calles solitarias y oscuras. Se dirigía a la casa de Lucy. Brillaban las estrellas, pero era una noche desapacible y silenciosa. Soplaba un viento frío. Temblaban las luces pálidas de los portales. Aullaba un perro a lo lejos. Un olor a cieno llegaba de alguna parte. Claudio evitaba demorarse por aquella zona, tan frecuentada por él en su infancia, y en la que podía encontrarse con sus padres, pues a esa hora –sobre las nueve– y por ese trayecto a veces ellos regresaban a casa, desde la oficina.