¡Qué princesa tan golosa!
En un inmenso palacio, con más de cien habitaciones, vivía una princesa. Se llamaba Malena, pero todos la llamaban Madalena, porque era dulce y rechoncha como una peonza. Sus padres, la reina y el rey, le daban todo lo que les pedía. Como a Madalena le encantaban los dulces, tenían un montón de habitaciones dedicadas a las golosinas. La princesa se pasaba el día recorriendo el palacio.