¡Atrapados por los piratas!
Jack miraba desde la ventana de su cuarto cómo llovía sin parar.
–En la televisión han dicho que dejaría de llover al mediodía –dijo Annie, su hermana de siete años.
–¡Pues ya ha pasado el mediodía!
–Tenemos que ir a la casa del árbol –comentó la niña–. Estoy segura de que hoy va a estar ahí el tal M.
Jack se colocó las gafas y respiró profundamente. No estaba seguro de querer conocer tan pronto a M, la misteriosa persona que había puesto todos aquellos libros en la casa mágica del árbol.