Por culpa de la crisis económica, la familia de Mario y Jena no podrá ir este año a la playa de vacaciones, y tendrán que pasarlas con la abuela en el pueblo de Rioclaro, una localidad perdida y aburrida que ni siquiera tiene internet. Pero la abuela es muy “enrollada” y les muestra una casa de muñecas muy bonita, una casa que está encantada y que guarda en su interior muchos y temibles secretos por descubrir.
Por culpa de la crisis económica, la familia de Mario y Jena no podrá ir este año a la playa de vacaciones, y tendrán que pasarlas con la abuela en el pueblo de Rioclaro, una localidad perdida y aburrida que ni siquiera tiene internet. Pero la abuela es muy “enrollada” y les muestra una casa de muñecas muy bonita, una casa que está encantada y que guarda en su interior muchos y temibles secretos por descubrir.
La casa de muñecas
Las vacaciones de verano son para ir a la playa, piensa Jana. Eso es lo que ha hecho todos los veranos de su vida, y no hay ninguna razón para que este año sea distinto. A su hermano Mario, en cambio, la playa no le gusta demasiado; prefiere quedarse en casa leyendo o jugando con la videoconsola. Eso sí, le divierte ir con su padre a trepar por las rocas resbaladizas de la orilla para observar a los cangrejos; y le encantan los helados del chiringuito con los toldos de paja, al final del paseo marítimo.
Sin embargo, este verano no habrá playa.