La autora, premio Andersen, recuerda con melancolía y nostalgia el paisaje de su niñez. Evoca a sus padres, la naturaleza y los juegos infantiles, sintiéndolos perdidos y a la vez parte de su presente. Su relación con la lectura y la escritura ocupa los tres últimos capítulos, y sus reflexiones sobre la creación literaria interesarán a los jóvenes que se inician en la escritura.
El texto nos recuerda que se crece siempre en busca del pasado y destila un humor suave, el que hace que la nostalgia no sea insoportable, sino llevadera y enriquecedora. La autora, premio Andersen, recuerda con melancolía y nostalgia el paisaje de su niñez. Evoca a sus padres, la naturaleza y los juegos infantiles, sintiéndolos perdidos y a la vez parte de su presente. Su relación con la lectura y la escritura ocupa los tres últimos capítulos, y sus reflexiones sobre la creación literaria interesarán a los jóvenes que se inician en la escritura.
El texto nos recuerda que se crece siempre en busca del pasado y destila un humor suave, el que hace que la nostalgia no sea insoportable, sino llevadera y enriquecedora.

Mi mundo perdido

Ahora quiero explicaros una historia de amor. No leída o inventada, sino oída. Y con frecuencia. Encierra esta historia más amor que todas las que encontré en libros, y para mí es emocionante y hermosa. Por eso quizá se deba a que habla de dos personas que habían de ser mis padres.