El jardín de los autómatas
Cuando esta tarde el señor Bellver me ha dado un montón de cuartillas y la pluma y me ha sugerido que a partir de hoy dedique una hora diaria a escribir mis experiencias, he creído que se estaba cometiendo una injusticia conmigo y se me castigaba como a una criatura por algo que no había hecho. Pese a mis protestas, el señor Bellver ha insistido, sin concederme ninguna escapatoria.