Cuando terminó el curso el maestro aconsejó a sus alumnos que combatieran el aburrimiento durante el verano escribiendo un libro. Uno de los muchachos aceptó el reto movido, sobre todo, por el empeño de su madre en encerrarle en su cuarto cuando se porta mal. Desde la inocencia y la espontaneidad del chaval, descubriremos las delicias de la vida rural al tiempo que bucearemos en el mundo interior del niño, un universo plagado de deseos de conocer y de sueños fantásticos en los que la realidad se engrandece y se llena de magia.Cuando terminó el curso el maestro aconsejó a sus alumnos que combatieran el aburrimiento durante el verano escribiendo un libro. Uno de los muchachos aceptó el reto movido, sobre todo, por el empeño de su madre en encerrarle en su cuarto cuando se porta mal. Desde la inocencia y la espontaneidad del chaval, descubriremos las delicias de la vida rural al tiempo que bucearemos en el mundo interior del niño, un universo plagado de deseos de conocer y de sueños fantásticos en los que la realidad se engrandece y se llena de magia.
Desde el corazón de la manzana
Hace años, muchos, casi tantos como cargo sobre mis espaldas, un maestro de escuela me dijo, nos dijo: – Ahora, y hasta que medie septiembre, cuando no sepáis qué hacer, escribid un libro. –¿De qué clase? –pregunté. Sonrió. –De piratas malayos o de enanos gigantescos. Y mirando a Petunia (hoy a punto de ser abuela) dijo: –De cómo serán los cinco hijos que quieres tener y de qué coliflor saldrá el mozo que ha de enamorarte.