La Selva prohibida
Sumido en sus propios pensamientos, Kabindji se desplaza con lentitud a través del paisaje de aspecto fantasmal. A su alrededor, finas gotas de rocío se desprendían de las hojas y las ramas en medio de un suave murmullo. Algunas de esas gotas acertaban a caer sobre su piel morena, recubriéndola de una multitud de puntitos brillantes semejantes a lentejuelas.