Daniel Nesquens nos acerca a la rutina diaria de cualquier niño: su madre lo despierta, juega con él en la cama, se viste, desayuna… pero en esta ocasión, presenta a un niño diferente, con mucha fantasía. Imagina cosas tan dispares como: levantar el edificio más alto del mundo o tocar todos los instrumentos de una orquesta a la vez. Una sugerente historia que pretende transmitir que se puede llegar a lo más alto sin olvidar las pequeñas cosas de la vida como mimar a las personas que queremos en especial a las madres.
Daniel Nesquens nos acerca a la rutina diaria de cualquier niño: su madre lo despierta, juega con él en la cama, se viste, desayuna… pero en esta ocasión, presenta a un niño diferente, con mucha fantasía. Imagina cosas tan dispares como: levantar el edificio más alto del mundo o tocar todos los instrumentos de una orquesta a la vez. Una sugerente historia que pretende transmitir que se puede llegar a lo más alto sin olvidar las pequeñas cosas de la vida como mimar a las personas que queremos en especial a las madres.
Hay mañanas
Tengo los ojos cerrados. Dejo escapar un bostezo. Todavía tengo algo de sueño. Del piso de abajo sube el ladrido de un perro. En el piso de arriba se oyen unos pasos rápidos, van y vienen. Ahora los tengo casi encima de mí. Se alejan, se escucha un portazo. Atrapado por las garras del sueño, acurrucado, imagino que todo está como lo dejé ayer por la noche.