El pequeño Rino ha aprendido a decir ¡No! y, desde ese momento, ésa se convierte en su palabra favorita. Siempre contesta ¡No!, a sus padres cuando le dicen que es hora de dormir, de comer, o de ponerse el abrigo para ir al cole. También dice ¡No! a su maestra y a sus compañeros de clase. Pero la profesora tiene un truco para que su alumno comience a responder ¡Sí! Rino descubre que esa palabra le hace más feliz, le ayuda a integrarse con el grupo, le permite disfrutar de los juegos y de las sorpresas.
El pequeño Rino ha aprendido a decir ¡No! y, desde ese momento, ésa se convierte en su palabra favorita. Siempre contesta ¡No!, a sus padres cuando le dicen que es hora de dormir, de comer, o de ponerse el abrigo para ir al cole. También dice ¡No! a su maestra y a sus compañeros de clase. Pero la profesora tiene un truco para que su alumno comience a responder ¡Sí! Rino descubre que esa palabra le hace más feliz, le ayuda a integrarse con el grupo, le permite disfrutar de los juegos y de las sorpresas.
¡NO!
Todo el mundo decía que Rino era encantador. ¡Qué ricura! ¡Qué monada! ¡Qué carita más salada! Hasta que un día, Rino aprendió a decir... ¡No! A Rino le gustó tanto aquella palabra nueva, que no paraba de usarla... a la hora de comer... ¡No! ...a la hora del baño... ¡No!... y a la hora de irse a la cama. ¡No! Al prepararse para ir al cole, su papá le decía: "Ponte el abrigo". ¿Y qué es lo que contestaba Rino? ¡No! ¡No! ¡No!