Usando paralelismos que fusionan la sensibilidad extrema con una liturgia religiosa en cuatro pasos, los versos y la prosa poética de Unai Velasco inundan nuestros ojos de barroquismo deliberado, con un léxico recargado que apela al disfrute de la libertad, al recuerdo de la infancia y al aprovechamiento máximo de la juventud; el autor afina su oído para sentir el latido animal y lo comparte uniendo aristas tan, a priori, incoherentes como Karate Kid, El Mago de Oz o breves fragmentos extraídos de canciones firmadas por grupos de música independiente, construyendo un fascinante universo para el lector adolescente. El ambiente perturbador y la original forma de estructurar las palabras convierten el poemario en un inquietante observador del rítmico y sugerente silencio de las bestias.
Usando paralelismos que fusionan la sensibilidad extrema con una liturgia religiosa en cuatro pasos, los versos y la prosa poética de Unai Velasco inundan nuestros ojos de barroquismo deliberado, con un léxico recargado que apela al disfrute de la libertad, al recuerdo de la infancia y al aprovechamiento máximo de la juventud; el autor afina su oído para sentir el latido animal y lo comparte uniendo aristas tan, a priori, incoherentes como Karate Kid, El Mago de Oz o breves fragmentos extraídos de canciones firmadas por grupos de música... Seguir leyendo
El silencio de las bestias
Lo que se lleva esa casa de ahí por delante es un viento
[muy fuerte.
Por eso queríamos crecer a salvo buscar
un lugar mejor nos llamaban los cazatornados
era la mayor serie de tormentas en doce años mejor
permanecer juntos vivíamos
para esto nos decíamos
que vivíamos para esto comiendo hamburguesas en casa
de la tía Meg y todo el rato pensando en el área de succión
cuál
pensábamos y no sabíamos hacia dónde crecer qué viento
volteaba los postes sin desperdigarlos no teníamos
ni idea teníamos a Dorothy I y a