La niña que se aburría con todo” está conformado por tres cuentos cortos escritos por Leonardo Padrón, reconocido escritor, poeta, guionista de cine y de televisión, ensayista, cronista, editor y locutor venezolano. El primero, “La niña que se aburría con todo” nos cuenta sobre la importancia de la imaginación. El segundo, “La oscuridad que no asusta” nos habla sobre los miedos infantiles y cómo sobrellevarlos, y el tercero, “La oveja que contaba hombres para dormirse”, nos relata sobre la costumbre de contar ovejas para poder dormir pero en el que se invierten los papeles, siendo una oveja la que cuenta hombres para poder conciliar el sueño. Un libro que nos conduce por caminos oníricos, lleno de muchas sorpresas que invitan a la reflexión, maravillosamente ilustrado por la, también venezolana, María Elena Valdez.
La niña que se aburría con todo” está conformado por tres cuentos cortos escritos por Leonardo Padrón, reconocido escritor, poeta, guionista de cine y de televisión, ensayista, cronista, editor y locutor venezolano. El primero, “La niña que se aburría con todo” nos cuenta sobre la importancia de la imaginación. El segundo, “La oscuridad que no asusta” nos habla sobre los miedos infantiles y cómo sobrellevarlos, y el tercero, “La oveja que contaba hombres para dormirse”, nos relata... Seguir leyendo
La niña que se aburría con todo
Esta es la historia de la niña que se aburría con todo. Sus padres se desesperaban. Querían remediar esta situación, pues la cara se le volvía una mueca de reclamo insoportable, y con su dedo índice, duro como una amenaza, les tocaba la espalda pidiendo que le consiguieran algo divertido que hacer en el mundo. Le compraban juguetes, globos, rompecabezas, pero todo, absolutamente todo, perdía su magia en menos de cinco minutos, como a quien se le voltea el vaso de agua a cada rato. Todo se convertía en una burbuja de jabón que desaparecía frente a sus ojos. Ni siquiera los aparatos más modernos lograban arrancarle un suspiro de asombro o interés. La tecnología le producía una epidemia de bostezos. En el circo, los osos trapecistas le resultaban indiferentes. En el cine roncaba ante los efectos especiales. Y en el teatro prefería huir en el intermedio. Era una niña que nació para aburrirse.