Jean Lemieux hace gala de una deslumbrante habilidad para conjugar su formación científica con sus conocimientos de la psicología infantil. Por eso, este cuento traduce con fidelidad uno de los principales motores del crecimiento intelectual de los niños: la desbordante curiosidad. Apoyándose en esta motivación intrínseca que viven los protagonistas, Lemieux permite al lector identificar sus propias dudas existenciales y entender que no está solo en el descubrimiento del mundo. Jean Lemieux hace gala de una deslumbrante habilidad para conjugar su formación científica con sus conocimientos de la psicología infantil. Por eso, este cuento traduce con fidelidad uno de los principales motores del crecimiento intelectual de los niños: la desbordante curiosidad. Apoyándose en esta motivación intrínseca que viven los protagonistas, Lemieux permite al lector identificar sus propias dudas existenciales y entender que no está solo en el descubrimiento del mundo.

Los conquistadores del infinito

Me llamo FJ. Mi verdadero nombre es Francisco Javier, pero todo el mundo me llama FJ. FJ Bellavista. No os riáis. Eso le puede pasar a cualquiera. Tengo ocho años y soy testarudo. Mis padres, mi hermano, mi hermana, mis amigos, mis compañeros y mis vecinos os lo confirmarán: cuando tengo una idea en la cabeza, no la tengo en los pies. El problema es que, además, soy curioso. ¿Qué se puede hacer cuando se es testarudo y curioso a la vez?