Cuando somos niños, una presencia evocadora o una situación capaz de romper con la rutina puede transformarse en magia o aventura gracias a la desbordante imaginación. Al llegar el verano, la calle Elmstreet acoge una nueva vecina. Los pequeños del lugar tienen claro, desde el principio, que la señora Merlot no es una mujer como las demás. Sus excursiones nocturnas y el errático comportamiento que advierten al caer la noche provoca el deseo irrefrenable de vigilar sus pasos. Esa observación permanente tras cada esquina les hace comprender que Lunámbula será por siempre un recuerdo inolvidable de aquel tiempo. Cada capítulo va acompañado de una escena, a página completa, en donde el autor plasma con realismo algunos de los paseos que la protagonista realiza al anochecer, componiendo un poético y simbólico artefacto gráfico editado con sensibilidad.
Cuando somos niños, una presencia evocadora o una situación capaz de romper con la rutina puede transformarse en magia o aventura gracias a la desbordante imaginación. Al llegar el verano, la calle Elmstreet acoge una nueva vecina. Los pequeños del lugar tienen claro, desde el principio, que la señora Merlot no es una mujer como las demás. Sus excursiones nocturnas y el errático comportamiento que advierten al caer la noche provoca el deseo irrefrenable de vigilar sus pasos. Esa observación permanente tras cada esquina les hace... Seguir leyendo
Lunámbula
Cuando una nueva inquilina se instaló en la buhardilla de la calle Elmstreet, presentimos que ese verano iba a ser diferente. Nuestra rutina se trastocó, pero tardamos tiempo en advertir adónde nos conduciría aquel afán de aventura. Todo transcurrió en la oscuridad, siempre con la misteriosa complicidad de la noche.