Al pobre Ceniciento le encantaba el fútbol, pero su malvado padrastro y sus horribles hermanastros se divertían haciéndole trabajar mientras ellos veían a su equipo en la tele. Pero la Telemadrina cambiará la suerte de Ceniciento.
Aquella Gran Niña Mala se lo pasaba en grande maltratando a los animales, sobre todo al inocente Caperucito, un lobito bobalicón que, sin embargo, tiene una gran abuela que dará a la niña una lección inolvidable.Lawrence Anholt se ha permitido el lujo de destripar dos de los cuentos populares infantiles más queridos por los niños -Caperucita Roja y La Cenicienta- ofreciendo dos versiones políticamente incorrectas que, sin embargo, encandilarán a los lectores porque las entenderán como lo que son: un excepcional juego imaginativo cargado de fantasía, humor y surrealismo.
Al pobre Ceniciento le encantaba el fútbol, pero su malvado padrastro y sus horribles hermanastros se divertían haciéndole trabajar mientras ellos veían a su equipo en la tele. Pero la Telemadrina cambiará la suerte de Ceniciento.
Aquella Gran Niña Mala se lo pasaba en grande maltratando a los animales, sobre todo al inocente Caperucito, un lobito bobalicón que, sin embargo, tiene una gran abuela que dará a la niña una lección inolvidable.Lawrence Anholt se ha permitido el lujo de destripar dos de los cuentos... Seguir leyendo
Dos historias increíbles
Ceniciento estaba loco por el fútbol. Su malvado padrastro y sus dos perezosos hermanastros también eran unos locos del fútbol. Toda la familia era hincha del Palacio Real C.F. Todos los sábados se los pasaban tumbados en el sofá, con el mando a distancia en la mano, viendo a su equipo favorito por la tele. El Palacio Real siempre jugaba brillantemente, con su vistoso uniforme rosa chillón. Pero al pobre Ceniciento no le dejan ni mirar.