¿Quién crees que deja la habitación patas arriba? ¿Por qué estamos tan despeinados recién levantados? ¿Dónde se ha metido el otro calcetín, ese que siempre falta? ¿Y ese jersey que nunca encontramos cuando más frio hace? ¿Cuál es la razón por la que nos da la risa en clase, justo cuando hay que estar en silencio? La clave a tantos problemas cotidianos está en una revelación que todos suponíamos: ¡el monstruo del armario existe! Los padres de nuestro protagonista no pueden dudar del más pequeño de la casa, acaba de delatar al culpable de tanto desorden, una confesión que explica y justifica muchas de sus acciones diarias. Sin embargo, ¿qué visión tendrá el propio monstruo de todo esto? Y lo más importante, ¿certificarán sus papás esta impactante versión de los hechos? Nosotros le creemos…
Salamone convierte en caricaturescas ilustraciones la secuencia que el niño va confesando, retales de vida hogareña -en su mayor parte- plasmados con grafitos y colores suaves, que alterna tras presentar a los personajes en una escena oscura y tenebrosa en las guardas. Un encantador álbum, con un toque irreverente, que ha obtenido excelente respuesta de crítica y público en su país de origen.
¿Quién crees que deja la habitación patas arriba? ¿Por qué estamos tan despeinados recién levantados? ¿Dónde se ha metido el otro calcetín, ese que siempre falta? ¿Y ese jersey que nunca encontramos cuando más frio hace? ¿Cuál es la razón por la que nos da la risa en clase, justo cuando hay que estar en silencio? La clave a tantos problemas cotidianos está en una revelación que todos suponíamos: ¡el monstruo del armario existe! Los padres de... Seguir leyendo
El monstruo del armario existe... ¡y te lo voy a demostrar!
El monstruo del armario juega con todos mis juguetes, por eso mi habitación está siempre tan desordenada. Es inútil tomarme la molestia de ordenarla... En cuanto me doy la vuelta, ¡mi habitación está de nuevo patas arriba!
El monstruo del armario me mete trocitos de queso en la boca por la noche, mientras duermo. ¡Estoy seguro!
Por la mañana, cuando me despierto, tengo tan mal sabor de boca que tengo que lavarme los dientes dos veces...