De regreso, Leopoldo recuerda sus días de infancia en Yarumal, un pueblo en Antioquia (Colombia) cobijado por una naturaleza lívida y de espesa niebla. Allí vivió junto con su mamá, su hermano Mauricio y tía Luna. La vida transcurría tranquila hasta que, junto a su amigo Nelson, se convirtió en testigo de un crimen cometido en los predios de su casa, que obligó a los jóvenes a ocultar el cadáver para que Mauricio no fuese culpado… Un hecho que marcará sus vidas recrudeciendo el miedo a que el secreto se descubra con el pasar de los años. La historia se narra en primera persona a través de un viaje al pasado que despierta en él los recuerdos más profundos y difíciles, pero a la vez, más determinantes de su vida. A este hilo conductor se suman otros temas como el amor, la mistad, los celos, la esperanza y los sueños, encarnados en cada uno de los personajes que intentan vivir en medio del conflicto colombiano.
De regreso, Leopoldo recuerda sus días de infancia en Yarumal, un pueblo en Antioquia (Colombia) cobijado por una naturaleza lívida y de espesa niebla. Allí vivió junto con su mamá, su hermano Mauricio y tía Luna. La vida transcurría tranquila hasta que, junto a su amigo Nelson, se convirtió en testigo de un crimen cometido en los predios de su casa, que obligó a los jóvenes a ocultar el cadáver para que Mauricio no fuese culpado… Un hecho que marcará sus vidas... Seguir leyendo
La niebla no pudo ocultarlo
Mi corazón empezó a borbotear cuando vi los yarumos a la distancia. Parecían gigantes con garras plateadas esforzándose por trepar hasta el cielo. Recordé entonces lo que me respondió Mayita cuando le pregunté por qué las hojas de los yarumos no eran verdes como las hojas de todos los árboles del mundo:
—Es por la neblina, Leopoldo. Las hojas de los yarumos están pintadas de neblina.