Oscura como una narración de Poe, deliciosamente absurda como un obra de Ionesco, brillante y reflexiva... Podríamos hacer muchas comparaciones a la obra de Michael Sussman (cuyo valor se multiplica por cien gracias a la portentosa contribución de la ilustradora española Júlia Sardà), pero tiene personalidad propia. Atticus goza de una fama de chico complicado en casa, pero tal vez es una visión injusta, provocada por las diatribas paternas sobre sus inquietudes e imaginativas reflexiones. Es inevitable encontrar homenajes a la literatura de otros grandes nombres históricos de la LIJ, como Sendak o Gorey; y contemporáneos, como Chaud, disfrazados de símbolos y escenas que parten de una misma premisa: mientras el joven construye un castillo con mondadientes una enorme serpiente sale del armario y provoca la huída en busca de sus progenitores. A partir de ahí asistimos a una sucesión de hechos oscuros que transcurren en escenarios de aire victoriano, en los que se mueven personajes espigados de trazo limpio y elegante, que se ven inmersos en situaciones donde prima el humor negro para dar rienda suelta a la portentosa imaginación de los autores. La obra da que pensar, ¿es más complicado ser niño y entender a los padres o viceversa? La clave puede estar en cambiar la asepsia por la empatía. Un obra de arte rebosante de ingenio
Oscura como una narración de Poe, deliciosamente absurda como un obra de Ionesco, brillante y reflexiva... Podríamos hacer muchas comparaciones a la obra de Michael Sussman (cuyo valor se multiplica por cien gracias a la portentosa contribución de la ilustradora española Júlia Sardà), pero tiene personalidad propia. Atticus goza de una fama de chico complicado en casa, pero tal vez es una visión injusta, provocada por las diatribas... Seguir leyendo
Atticus. El chico difícil
Atticus estaba muy entretenido
construyendo un castillo de mondadientes
cuando oyó un siseo a su espalda.
Entonces alzó la mirada y vio
que una serpiente gigantesca
estaba saliendo de su armario.
Atticus bajó las escaleras a toda prisa hasta
el sofá, donde estaban sus padres leyendo un
libro titulado «El arte de manejar a
un niño difícil».