Aunque el protagonista principal de la novela sufre las crueles consecuencias de la tartamudez, este hecho no es el eje fundamental sobre el que gira la trama, a diferencia de otros grandes y recientes éxitos de la literatura juvenil en los que se abordan las discapacidades de los protagonistas; y la aventura nos muestra cómo superar las dificultades derivadas de esta discapacidad en el día a día. Con claro sesgo autobiográfico, tal y como el autor enuncia en el epílogo, la historia muestra el desafío al que se enfrenta el chico de los periódicos a lo largo de todo un verano. Obligado a sustituir a un amigo en su ruta de reparto, debe afrontar las situaciones derivadas de la interacción directa con los vecinos, condicionada por esas dificultades en el habla y por su falta de confianza, y especialmente por el enfrentamiento con un desagradable personaje y otros ciudadanos con diversos problemas. El relato está ambientado en los Estados Unidos a mediados del siglo XX, una sociedad aún sumida en un clima de intolerancia racial que Vawer describe a la perfección, dibujando una ciudad sórdida y confusa. Aquellos días demostraron al protagonista que en la vida hay problemas mucho más importantes que tartamudear. Primera parte de la obra con la que el autor obtuvo el Premio Newbery Honor.
Aunque el protagonista principal de la novela sufre las crueles consecuencias de la tartamudez, este hecho no es el eje fundamental sobre el que gira la trama, a diferencia de otros grandes y recientes éxitos de la literatura juvenil en los que se abordan las discapacidades de los protagonistas; y la aventura nos muestra cómo superar las dificultades derivadas de esta discapacidad en el día a día. Con claro sesgo autobiográfico, tal y como el autor enuncia en el epílogo, la historia muestra el desafío al que... Seguir leyendo
El chico del periódico
Escribo sobre el apuñalamiento por una buena razón. No puedo hablar.
Sin tartamudear.
Además le prometí a Mam que nunca contaría lo que pasó con mi cuchillo de mango amarillo. Seguramente ella dirá que escribir es hacer trampa pero necesito ver las palabras plasmadas en el papel para asegurarme de que todo sucedió de la manera en que mi cerebro lo recuerda.