Frederick Augustus Washington Bailey, más tarde conocido como Frederick Douglass, nació en EE.UU a finales del XIX siendo esclavo por el mero hecho de pertenecer a una familia de ascendencia afroamericana. Huérfano desde temprana edad tuvo la suerte de aprender el alfabeto y nociones básicas de diversas disciplinas gracias a la esposa de uno de sus “amos”. Eso le permitió adquirir conocimientos progresivamente hasta convertirse en un destacado orador y escritor, líder e icono del movimiento abolicionista. Su apasionado y veraz discurso cambió la sociedad norteamericana y viajo a otros países, gracias a su labor didáctica. En este nuevo capítulo de la colección Akiparla, Jordi Pigem ofrece una nueva traducción de la célebre disertación que el protagonista realizó con motivo del Día de la Independencia, una intervención valiente y brillante en la que criticó la mentira en la que habían vivido sus compatriotas durante años, mirando hacia otro lado ante los desmanes, abusos y discriminaciones sufridas por una parte del país por el simple hecho de tener un color distinto de piel. Amplificado por las excelentes metáforas visuales de Cinta Fosch, el texto (perfectamente exportable a la actualidad y en muchos otros contextos), se presenta en formato bilingüe, en páginas de material reciclado, e incluye un análisis complementario con algunas claves y propuestas para trabajar cada texto, recursos de especial interés para el ámbito escolar.
Frederick Augustus Washington Bailey, más tarde conocido como Frederick Douglass, nació en EE.UU a finales del XIX siendo esclavo por el mero hecho de pertenecer a una familia de ascendencia afroamericana. Huérfano desde temprana edad tuvo la suerte de aprender el alfabeto y nociones básicas de diversas disciplinas gracias a la esposa de uno de sus “amos”. Eso le permitió adquirir conocimientos progresivamente hasta convertirse en un destacado orador y escritor, líder e icono del movimiento abolicionista.... Seguir leyendo
Frederick Douglass: ¿Debo argumentar el sinsentido de la esclavitud?
Señor presidente, amigos y conciudadanos:
Quien pueda dirigirse a esta audiencia sin una sensación de temor, tiene nervios más fuertes que los míos. No recuerdo haberme presentado nunca, como orador ante una asamblea, más encogido, o con mayor desconfianza en mi capacidad, que en el día de hoy. Me ha invadido un sentimiento muy contrario al ejercicio de mi limitado poder de expresión. La tarea que tengo ante mí requiere mucho estudio y reflexión previos para poder desempeñarla bien.