Nada como un poco de silencio para disfrutar sosegadamente de una lectura placentera, de un pequeño descanso a media tarde… El señor Martín lo sabe bien, es casi un obseso de la quietud y la calma, por eso no está dispuesto a tolerar que sus vecinos “compartan” sus alegrías y alharacas, especialmente ahora que ha llegado el circo a la ciudad. Aunque sus habitantes son, en general, respetuosos no pueden evitar un incremento en la actividad y en el júbilo de niños, adultos y ancianos. Es momento entonces de buscar un remedio adecuado en la ferretería del barrio, una solución que aunque parece maravillosa puede ocasionar serios problemas… Un canto a la tolerancia y al mutuo entendimiento entre los componentes de la sociedad que demuestra como determinadas obsesiones egoístas pueden conducirnos a la soledad más absoluta. Los niños que aparecen en la trama se convierten en símbolo de la empatía, los únicos capaces de deshacer el terrible “maleficio” en el que el propio protagonista se ha instalado. Magali Le Huche presenta un amplio y divertido lienzo en el que tienen cabida cientos de paseantes, personas y animales humanizados, todos ellos comparten con expresividad sus emociones con los lectores, atónitos cuando por fin advierten lo que está sucediendo en la casa del personaje principal en la parte final del relato. Excelente propuesta para niños/as que ya dan sus pasos autónomos en la lectura.
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¡Silencio!
El señor Martín amaba la tranquilidad.
Tomar su café en calma...
leer su periódico sin ruidos...
echar una pequeña siesta en paz.
Sí, el señor Martín era una persona que ante todo amaba el...
¡¡¡¡ SILEEEENCIO!!!!