Somos la semilla. Somos el brote. Somos el árbol. Archibaldo aún no lo sabe, por eso sus padres trazan una hermosa metáfora, en una jornada de pícnic familiar, al encontrarse con un jardinero que realiza su trabajo cotidiano. Ese recorrido por los actos, algunos buenos, otros no tanto, que jalonan cada día en casa y en la escuela, y su paralelismo con la labor que lleva a cabo el floricultor servirán como guía de supervivencia cuando las dificultades oscurezcan a las ilusiones y los deseos, y sobre todo dará luz al verdadero mensaje que subyace en la trama: el amor filial es infinito. El nuevo capítulo de la colección concebida por las autoras Astrid Desbordes y Pauline Martin constituye, posiblemente, el punto más emotivo de la serie, caracterizada por su muy reconocible apariencia gráfica, en tonos pastel y trazos limpios y sencillos que realzan la belleza de cada relato.

Somos la semilla. Somos el brote. Somos el árbol. Archibaldo aún no lo sabe, por eso sus padres trazan una hermosa metáfora, en una jornada de pícnic familiar, al encontrarse con un jardinero que realiza su trabajo cotidiano. Ese recorrido por los actos, algunos buenos, otros no tanto, que jalonan cada día en casa y en la escuela, y su paralelismo con la labor que lleva a cabo el floricultor servirán como guía de supervivencia cuando las dificultades oscurezcan a las ilusiones y los deseos, y sobre todo... Seguir leyendo