¿Por qué goza el lobo de tan mala fama? Si echamos un vistazo a algunas de las anécdotas que jalonaron su infancia, como esta que nos cuenta Esther Burgueño, siempre tuvo buena voluntad... Un día cualquiera, en el edificio más alto de la ciudad, ubicado en el barrio de las Tres Brisas, nuestro protagonista trata de escapar del aburrimiento y de la soledad bajando a jugar con sus amigos, por aquel entonces, los Tres Cerditos. Bien aprovisionado de comida para descender los cuarenta y siete pisos en ascensor, este comienza a realizar numerosas paradas en las que coincide una amplia variedad de personajes que, sin duda, conoces de otros célebres cuentos. Pero lo que pasa en ese trayecto, descrito con minuciosidad, condiciona, para siempre, el humor del carnívoro. ¿Es tan fiero el animal como lo pintan? ¿Qué habrías hecho tú en su situación? Un simpático spin off en la vida del estereotipado personaje (en lo que se refiere a su trayectoria en la literatura infantil); mediante el que descubrimos aspectos desconocidos de su infancia urbana, comunidad de vecinos y algunos problemas derivados de la glotonería. El relato está trufado de guiños a historias tradicionales, diseñado siguiendo los patrones artísticos habituales de la autora de cuyo trabajo puedes disfrutar también en proyectos como la serie Musgo, 25 cuentos para leer en 5 minutos o Soluciones para casi todo, en esta ocasión responsable tanto de las ilustraciones como del texto.
¿Por qué goza el lobo de tan mala fama? Si echamos un vistazo a algunas de las anécdotas que jalonaron su infancia, como esta que nos cuenta Esther Burgueño, siempre tuvo buena voluntad... Un día cualquiera, en el edificio más alto de la ciudad, ubicado en el barrio de las Tres Brisas, nuestro protagonista trata de escapar del aburrimiento y de la soledad bajando a jugar con sus amigos, por aquel entonces, los Tres Cerditos. Bien aprovisionado de comida para descender los cuarenta y siete pisos en ascensor, este... Seguir leyendo
Cuando el pequeño lobo se convirtió en EL GRAN LOBO FEROZ
No hace mucho tiempo, poco más o menos cuando el Gran Lobo Feroz aún tenía los colmillos de leche y lo llamaban Pequeño Lobo a secas, ocurrió algo extraordinario que los vecinos del barrio de las Tres Brisas todavía recuerdan.
En el edificio más alto de la ciudad, sí, ese que tiene mil doscientas tres ventanas y más de cincuenta pisos, estaba el Pequeño Lobo sin hacer nada.
- Pfff... ¡Cómo me aburro! Creo que iré a buscar a los Tres Cerditos para jugar un rato.